06 de junho 2018
por Sebastião Pinheiro
El mundo está en
frenesí pues una Copa F.I.F.A vá a empezar en Rusia. Igual que en los Juegos
Olímpicos la alimentación de sus atletas es muy bien cuidada para la armonía de
energía, sin la presencia de xenobióticos. Es por los xenobióticos que la
agricultura de los EEUU en la parte productiva tiene un valor que es inferior a
20% del total y la industrialización y propaganda queda con el restante de los
costos. Eso llevado a una zona gris de inconsciencia, que no existe agricultura
en la naturaleza, pues la disputa del Complejo
Agroindustrial Militar
(expresión del Presidente Eisenhower en 1954, “C.A.F”) necesita imperiosamente
que la noción de ultrasocialidad en la producción de los alimentos sea perdida,
para que la industria tenga su hegemonía. La fundación de IGF (foto).
Vivimos en un país
de norte a sur donde es la agricultura familiar quien garantiza la diversidad y
cultura a la mesa, sin embargo el reciente “lock out” de alimentos en Brasil
permitió percibir la fragilidad del poder (y “gobierno”) en el
desabastecimiento de alimentos con finalidad psicosocial. No nos damos cuenta
que el modelo de agricultura del agronegócios busca producir por medio de 4
empresas cinco cultivos y que todos los alimentos en los supermercados son
elaborados por la industria con esos 4 cultivos, más celulosa.
La agresividad de
la consiga del agronegocos (es pop, es tech, es todo) oculta que no puede haber
una agricultura familiar por su sabiduria, calidad y cultura, expresada en la
diversidad cultural. En un debate sobre alimentación orgánica para la merienda
escolar en Brasília, los técnicos del Ministério de Agricultura, Pecuária y
Abastecimiento (MAPA) denominaban como papagayos “minor crops”,* sin saber lo
que eso significaba en el ambito del Complejo Agroindustrial Militar y su
significado dentro de la agricultura familiar que alimenta el mundo en
cantidades, calidades y, principalmente, diversidad.
La dictadura del
agronegócios (Coca Cola, Nestlé, Pepsi Co, Cargill, Bunge, Kellog’s, entre
otras pretenden destruir el vinculo ultrasocial y la forma más eficiente es por
medio del tipo de educación que impone urbi et orbi en todos los níveles. La
mala calidad del mismo en los países periféricos es una más que una garantia de
éxito la aculturación en el consumismo, por lo que los técnios se comportan
como loros repetiendo conceptos y neologismos ideológicos, y lo peor cuando los
mezclan con conceptos políticos, muy común entre los universitarios en su
formación “desarrollista”.
Lo peor es cuando,
donde habría de haber foco en alternativas al agronegocios, es formado el
“Centro de Inteligencia” para traer una agricultura orgánica apéndice del
agronegocios en el interés del C.A.F bajo la tutela de la elite señorial servil
(latifundiários), (foto).
En el mundo
(periférico) la agricultura dejó de ser una actividad ultrasocial aleatoria,
pues no hay hoy un cultivo siquiera que no sea desecado (con Glyphosate) para
organizar y garantizar su cosecha, sin importtar que esa acción es el
envenenamiento del producto con sérias repercusiones sobre la salud humana, del
suelo, agua y naturaleza. Las consecuencias son ideológicamente ocultadas por
una estructura de poder enraizada en la tecnologia que impide medidas
cientificas contrarias a los intereses corporativos del C.A.F, por lo que
tenemos una epidemia de disbiosis en los EEUU, llegando ya a la periferia;
avanzando sobre los pollos y luego la tendremos en los suínos y leche, sin una
esttatégia para evitar y sanar el problema. Por otro lado con una série de
neo-servicios creados por esa anormalidad, muy acorde con el precepto: el
problema creado es una nueva oportunidad de ampliar los lucros cuando
transformada en nicho de mercado.
Esa es la razón
principal por lo que no pueda existir ninguna alternativa en la agricultura,
viable, soportable y justa en busca de la sostenibilidad de la Agricultura
Familiar. No seria necesario decir, no fuera la gran enajenación que hay, que
es la razón por lo que la pequena propiedad es muy presionada a ser incorporada
a las propiedades medianas y grandes, que a su término solamente son viables en
los monocultivos con una escala cresciente exponencial. Junto a eso tenemos que
la comodidad e ignoráncia completan su trígono especifico.
Periodicamente
surgen nombres en campañas inducidas como nueva moda (fashion) en la
agricultura familiar para diversión mercantil y eso ocurre con mayor o menor
saña conforme los lados y angulos de aquél triángulo.
Lo más fantastico
en la propiedad familiar es que el campesino en su acción no conoce qien va
consumir su producto, pero produce con igual ética, respecto y alteridad y es
eso que cualifica la ultrasociabilidad de su función y aisla los humanos dentro
de esa categoría entre esos seres vivos, donde una parte producen los alimentos
de todos, y otros dan la vida para salvar los demás, una característica
evolucionária que acompaña la vida en el planeta por lo menos a 200 millones de
años con las termitas.
¿Qué significa la
perdida de la ultrasociabilidad entre los humanos? Esto ya es palpable hace
mucho, cuando los agricultores percbiendo los riesgos de las tecnologias del
C.A.F pasarón a producir para su consumo de forma diferente que para el
mercado. Día a día vemos que esa tendencia crece vertiginosamente en la
periféria del mundo. Los escándalos del uso de fungicidas mercuriales en
hortalizas en São Paulo, Río Grande del Sur; o el uso de semillas tratadas con
agrotóxicos desviadas para el consumo humano son una realidad mundial promovido
por las empresas de forma velada. Oponerse a eso cuesta desgastes y
contrariedades palpables.
La respuesta a la
cuestión es que los valores éticos, morales se pierden, subordinados a la supremacia
absoluta de los valores mercantiles disfrazados. Con el tinte de quien no se
encuadra es cualificado de terrorista, subversivo o “comunista”. Caso dessen
ustedes entender eso es necesario bajar la ley HR 875 del gobierno Obama sobre
Food Safety Modernization Act de 2009-2010, que por la reacción del pueblo
yankee demuestra el fin del mercado de productores, pues prohibe los campesinos
de vender sus alimentos naturales directo al consumidor. Con eso el pierde su
función ultrasocial y pasa a producir materias primas para la industria que lo
transforma, pero por médio de la enajenación de la mercadotecnia vende la idea
que es productora de alimentos.
Yo estaba en mis
estratégias de combate al agronegocios y surgió la oportunidad de quitar el
“maquillage” del neologismo Agricultura Sintrópica. Lo hice por que lo estudié
mucho desde los años 70 en las clases de fisiología vegetal del Profesor
Enrique Sivorí de la UNLP y ser un tema necesario para el manejo de energía,
que puede ser visto en Agricultura Ecológica y la Máfia de los Agrotóxicos en
Brasil de la época.
Un empresario rural
argentino desubicado de la ultrasociabilidad, de forma enagenada e ignorante,
justifica su impotencia delante del modelo afirmó: “El que quiere comer sano
que lo siembre, cuide y coma”. Queda presente su comodidad y conciencia, pues
sabe que lo que hace está mal. Pero deja trasparecer inércia. Eso es tan
dramático cuanto en qualquier otro país sea en la periferia, como en la sede y
subsede del Imperio, pues lleva a la prostración (impotencia), (foto).
Es por eso que es
necesario generar discusiones y debates sobre el campesinato, campesinos,
egidatários, reforma agrária y las crisis sociales, climática, polución e
higidez de la humanidad.
Dejalo sin
respuesta seria una crueldad, que mi alma mater no perdonaría. Aún más cuando
“The Harvard School” empieza a estudiar espiritualidad en la agricultura
campesina. Con el Kokopillí y su flautín salgo hacia más una pelea. Jamás
tendré miedo de ser retobado, o como dicen los uruguayos “enchalecado”...
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