ENTREVISTA - **Agroecología**
"Las huertas urbanas tienen la visión y la función de permitir a las
personas más pobres consumir productos como hortalizas y frutas. Una
población pobre come, normalmente, más almidón y menos proteínas, frutas
o verduras."
SEBASTIÃO PINHEIRO |
Sebastião Pinheiro es ingeniero agrónomo e investigador social
brasilero que ha sido pionero en el desarrollo de las propuestas
agroecológicas, los bancos de semillas y la permacultura en América
Latina. Colombia Informa, junto a otros medios populares de
comunicación, aprovechó su reciente paso por Colombia para conversar con
él.
Colombia Informa: ¿Por qué son importantes las huertas urbanas?
Sebantiao Pinheiro: Las huertas urbanas tienen la visión y la función de
permitir a las personas más pobres consumir productos como hortalizas y
frutas. Una población pobre come, normalmente, más almidón y menos
proteínas, frutas o verduras.
Cuando utilizamos los espacios vacíos en las ciudades, pensamos en
organizar al pueblo para tener salud para los niños y las familias, no
para competir con los campesinos que tienen sus alimentos en el mercado.
Por ejemplo, cuando Cuba enfrentó la caída del muro, dejó de tener
alimentos de la noche a la mañana; así, los vacíos urbanos en los
territorios fueron ocupados y hubo producción local. Si queremos hacer
una revolución tenemos que pensar en la identidad, en la soberanía
alimentaria, en el empoderamiento de las personas en el sentido del
poder consumir algo que antes estaba únicamente en la mesa del más
pudiente.
Nosotros tenemos en las ciudades latinoamericanas un contingente de
campesinos obligados a venir a la ciudad. Permitirles practicar
agricultura en estas áreas urbanas es elevar el espíritu y la
autoestima, porque la primera trinchera es el huerto que el campesino
hace en su patio, en su traspatio, en su terreno baldío; ese trabajo
tiene un valor comunitario.
¿Cómo afecta el cambio climático a las experiencias agrícolas basadas
en el modelo de la permacultura y los cultivos biodinámicos?
El cambio climático es una de las amenazas más fuertes para los países
más pobres porque tienen menos infraestructura y riqueza para aplicar
soluciones, así como menos conocimiento científico y tecnológico.
Cuando hacemos un cultivo biodinámico, permacultura o agricultura
campesina tradicional, los impactos son mayores. Sin embargo, la
solución está en manos de los campesinos: fijar en el suelo una mayor
cantidad de carbono, reactivando su ciclo y el del nitrógeno, dos ciclos
naturales muy importantes.
Es por esta razón que los bancos quieren acaparar esta riqueza que es la
fijación de carbón en el suelo. Los movimientos campesinos organizados
tienen que estar conscientes de las implicaciones de una intervención
financiera; nos tenemos que organizar y pelear contra eso.
¿Cómo afecta la agroindustria a la pequeña economía campesina?
La agroindustria es una forma de aprovechar los excesos de producción,
es decir: yo produzco mucho durazno o melocotón, si no lo como se pudre,
si lo pongo en almíbar voy a tener melocotón durante todo el año. Es
una necesidad, pues el ama de casa actual no tiene mucho tiempo; si
usted le trae la yuca, la zanahoria ya descascarada y lavada le hace un
favor muy grande y eso le da al producto agrícola un valor agregado.
Siempre es necesario tener recursos para hacer alguna cosa, pero si
viene una intromisión a través de un crédito del capital financiero, hay
que pensar si realmente es ventajoso. Las grandes corporaciones les
dicen a los campesinos, por ejemplo, que plantar palma aceitera es
bueno, ¿Bueno para quién? Las comunidades, las organizaciones sociales
son quienes determinan qué es beneficioso.
¿Cómo evitar la ampliación de la frontera agrícola que afecta parques
naturales, páramos y otras áreas protegidas? ¿Los campesinos pueden
conservar las zonas protegidas y permanecer en esos territorios
vulnerables ecológicamente?
La ampliación de la frontera agrícola es la forma en la que el agro
negocio enmascara su ineficiencia; en Brasil la productividad siempre se
expande por la frontera agrícola, pero al costo de reservas naturales,
ambientales, páramos, reservas de agua, reservas de clima, etc. Ese es
un problema muy grave y tiene que ser discutido.
En toda América Latina crece el monocultivo de la palma africana. Si
usted le pregunta a un campesino si quiere plantar palma él dice que no,
jamás, sin embargo no tiene otra alternativa.
La empresa que domina la palma africana es Unilever; ésta es propiedad
de la corona inglesa, la cual tiene los instrumentos para imponer y
obligar a plantar palma donde, cuando y cuanta ella quiera. En
Indonesia, Unilever provocó la casi extinción de un primate muy
conocido: el orangután.
Nosotros tuvimos una discusión muy seria en Brasil porque había un
asentamiento campesino cerca de un parque nacional y algunos
ambientalistas no querían que se quedara allí. Fueron discusiones muy
duras, pero llegamos a la siguiente conclusión: un campesino cuida mejor
un parque que un guardia forestal, quien es un asalariado que lo hace
no por su voluntad, sino porque le toca. Entonces, lo mejor para un
parque nacional es que existan poblaciones dentro de él, poblaciones
conscientes.
¿Cómo llevar los productos agroecológicos a los barrios populares? ¿cómo superar las barreras de precio?
Cuando empezamos a pelear contra los plaguicidas nos dimos cuenta de que
el campesino era una víctima más, porque cuando iba a pedir créditos al
gobierno le exigía como requisito utilizar el 20% para comprar
plaguicidas.
Nosotros empezamos a hacer una agricultura sin plaguicidas, venenos, ni
abonos; la idea que tenemos es que si el producto no tiene veneno debe
ser más barato. Así creamos una cooperativa en donde la mitad de los
miembros eran campesinos y la otra mitad consumidores; el campesino
traía su producto directamente, no había terceros, y además debía venir
con su esposa e hijos porque el intercambio cultural entre el consumidor
y productor era el vínculo que queríamos impulsar.
Después hicimos una feria en la calle, pues no puede ser por falta de
dinero que una persona deje de comprar un alimento sano; Boaventura de
Sousa dice que eso es fascismo. Una sociedad en donde el pobre es
obligado a comer con veneno y el rico puede pagar caro es una sociedad
fascista con la alimentación y nosotros tenemos derecho a tener una
alimentación sana, igualitaria y bien distribuida.
¿Qué estrategias han utilizado ustedes para proteger las semillas nativas?
Todos los países del mundo están tomando actitudes contra las semillas
campesinas ¿Quién tiene el interés de quitar las semillas domesticadas,
adaptadas al ambiente, adaptadas incluso al cambio climático? Pues las
grandes empresas que tienen la industria de la semilla, los
agroquímicos, la ingeniería genética, la biología molecular.
A las semillas criollas, nativas, nosotros les decimos semillas de la
pasión porque toda semilla es fruto del amor. Si nosotros trabajamos la
semilla demostrando que el campesino tiene amor por aquello creado hace 8
mil años, que esa domesticación viene de sus ancestros, de sus abuelos y
que tiene una denominación de origen, eso genera identidad.
En las décadas de los 80s y 90s se empezó a decir que la biodiversidad
valía mucho dinero. Esta diversidad pasó a tener un valor constante y
sonante ¿quién determinaba ese valor? el que no tenía esa riqueza.
Entonces comenzamos a crear nuestras semillas dentro de una visión que
implica no usar plaguicidas, ni dejar que la semilla sea domesticada en
un laboratorio para que los agrónomos desarrollen sus plaguicidas, así
como todas las semillas modernas que deben ser fumigadas.
¿Cómo recuperar suelos tratados anteriormente con agroquímicos? ¿Cómo conservar sus nutrientes?
El suelo es un sistema complejo conformado por agua, nutrientes, materia
orgánica, en donde hay una comunidad viva que necesita salud; cuando se
emplean insecticidas, se provocan enfermedades.
La salud del suelo es salud para el campesino. En este momento, el
Movimiento Sin Tierra de Brasil -MST- tiene 45 mil hectáreas de arroz
orgánico, la mayor extensión de arroz orgánico en el mundo, sin un gramo
de veneno. Se pueden usar muchas prácticas campesinas para recuperar y
mantener el suelo: el descanso de la tierra, los abonos verdes. Nosotros
usamos una leguminosa que se machetea para que quede sobre el suelo y
se fermente; también usamos polvo de roca.
En Estados Unidos hay una práctica muy interesante y muy antigua. Ellos
habitan la gran planicie americana que empieza en Texas y termina en
Alaska. En esta pradera los indígenas no podían remover el suelo, pues
el viento se lo llevaba; por esta razón utilizaban la cuba, una vara
fuerte con la que hacían un agujero, ponían una semilla y la tapaban.
Así el suelo no pierde su estructura: el microbio que está abajo está
bien abajo y el microbio que está arriba está bien arriba. Entre menos
mueva el suelo, más estructurado lo tiene y puede usar biofertilizantes
así como abonos líquidos.
Sin embargo, en los monocultivos se utilizan grandes tractores y
máquinas movidas con petróleo; todo eso hace parte de los intereses de
un gran conglomerado llamado complejo militar industrial. No se olviden
que todo tractor es también un tanque de guerra.
¿Cuáles son las alternativas viables para la sostenibilidad económica en los territorios?
La mejor alternativa es que ese territorio produzca la mayor cantidad de
alimentos posible, de tal manera que pueda ser independiente de la
oferta de alimentos producidos afuera. Si existe esta garantía de tener
en la mesa suficiente alimento, la comunidad puede organizarse mejor
porque esta independencia le proporciona autonomía alimentaria,
posibilitando alcanzar la soberanía alimentaria.
Asimismo se debe garantizar que las semillas tengan una identidad local.
Yo no puedo traer una semilla de Brasil a Colombia porque cada semilla
se desarrolla en su ambiente desde hace por lo menos 3 mil o 4 mil años;
ellas tienen una identidad dada por el sol, la lluvia, el frío, el
viento. Por esa razón decimos: las semillas que yo cultivo en mi huerto
son mis anticuerpos a partir de la evolución de la vida en el planeta y
de mi evolución sobre este territorio.
Fuente: Colombia Informa, 23 de julio, 2018
FONTE: biodiversidadla
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